Con el inicio del otoño nos planteamos introducir nuevos cultivos que ocuparán el lugar dejado por los de verano, ¿pero cuál será el lugar más apropiado?
Planificar los cultivos a corto plazo es muy importante, pero también lo es hacerlo a medio plazo, pues de ello dependerá en gran parte que nuestras hortalizas estén sanas y se desarrollen según su potencial. Esto es lo que llamamos las rotaciones de cultivos.
Las rotaciones permiten mantener la fertilidad de la tierra y un equilibrio que favorece una mayor diversidad biológica y resistencia de las plantas.
Es evidente que si año tras año cultivamos en el mismo lugar un cultivo facilitaremos el asentamiento de plagas permanentemente y que las enfermedades (hongos, bacterias y virus) permanezcan alojadas en el suelo y los restos del cultivo. Además el suelo, con la sucesión de los mismos cultivos o cultivos de la misma familia botánica (con exigencias similares) terminará presentando síntomas de agotamiento por extracción continuada de los mismos nutrientes, lo que se conoce como fatiga del suelo.
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Después de sandías y melones se puede introducir espinacas que es menos exigente, aprovecha el aporte de abonado realizado y además presenta un ciclo de cultivo idóneo para compatibilizarlo con los cultivos de verano |
Nos estaremos acercando a un monocultivo, con las consecuencias negativas que ello tiene, entre ellas la necesidad de grandes aportes de insumos (abonos, fitosanitarios,…).
Si se quiere hacer una buena rotación habrá que contemplar no solo no repetir cultivos de la misma familia en el mismo terreno, sino también no repetir cultivos que tengan el mismo órgano de aprovechamiento (por ejemplo tras zanahorias no cultivar en el mismo lugar rábanos). También un conocimiento de las exigencias en nutrientes de cada cultivo ayuda a establecer la rotación. Por ejemplo, una planta gran consumidora de nitrógeno, como puede ser la patata, deberá ir sucedida de otra mucho menos exigente o que incluso la acumule como puede ser una leguminosa (cuidado habrá que tener con el haba, pues comparte con la patata la enfermedad Rhizoctonia). Otros aspectos a tener en cuenta son el sistema radicular como es de profundo, si deja compactación, si es una planta esquilmante o mejorante del suelo, etc.
Como norma general se fija como periodo de rotación de 3 a 4 años, aunque esto siempre dependerá del cultivo.
Es adecuado tener el terreno dividido en pequeñas parcelas de manera que las rotaciones no sean más fáciles.
También hay que considerar, que en agricultura moderna, y con los estudios realizados es conveniente mantener el suelo cubierto, es decir, organizar las rotaciones de manera que la parcela esté cultivada en la mayor parte del tiempo posible.
José Manuel