Después de las cuantiosas lluvias, y con dificultades para hacer las siembras de primavera, parecen llegar días en que la tierra está en su punto para ir aireándola y preparándola para los cultivos de verano (sandías, melones, tomates, pimientos, pepinos, berenjenas, calabacines y algún otro más).
Caballones donde están emergiendo las patatas, espinacas, y al fondo El Abuelo "aricando" la tierra |
Todo en el huerto está atrasado. Las habas aún no han dado los primeros “jerretes”, cuando otros años por estas fechas ya habíamos cogido habas en verde. Al igual sucede con las lechugas, y es ahora cuando estamos cosechando las primeras lechugas de oreja de mula.
Las patatas, sembradas desde principios de marzo hasta la tercera semana (demora con respecto a las primeras por las constantes precipitaciones) ya emergen de la tierra. Es momento de hacer un pequeño aporque (remover la tierra y tapar un poco el tallo de la patata, a la vez que eliminamos malas hierbas) y, una vez que la tierra ha cogido cierta temperatura, aportar una capa de paja o similar (acolchado orgánico). Esta capa de materia orgánica pajiza garantiza una mayor humedad durante la primavera y el verano, a la vez que nos evita tener que hacer escardas para evitar costras superficiales y proliferación de hierbas que compitan con la patata.
Patatas emergiendo, a la vez que se va aportando capas de acolchado orgánico |
Ajos y cebollas se están desarrollando con fuerza y parece que va a haber una buena cosecha allá por junio. Sin duda, les ha sentado bien las lluvias. No parece así con las espinacas, a las que la excesiva humedad perjudica, por asfixia de raíces (es muy poco tolerante a encharcamientos), y también favorece la proliferación de hongos (mildiu, fundamentalmente).
De izda. a dcha. acelgas, rabanitos y ajos |
También tenemos a buen ritmo de desarrollo acelgas y rabanitos. Y en los últimos días hemos sembrado semillas de zanahoria.
Por otra parte, pensando en el verano hemos sembrado en pequeños semilleros, algo artesanos, semillas de tomate y pimiento (semillas de nuestra propia cosecha del año pasado y algunas dadas por hortelanos de la zona).
Calabacines, calabazas, sandías y melones se sembrarán sobre el propio terreno a partir de finales de abril, si el tiempo acompaña. También aportamos estiércol y compost de fabricación propia, ya que estos cultivos son ávidos en materia orgánica.
Como siempre, destaco la importancia de guardar semillas propias, siempre que sea posible. Es momento de seleccionar, entre la mejores, aquellas lechugas y cebollas que dejaremos para simiente. Más complicado será hacerlo con ajos y patatas, ya que lo que se siembra no es la semilla sino el diente y el tubérculo, respectivamente, y suelen estar sometidos a pudriciones y enfermedades. En algunos casos, como semillas comerciales de espinacas, e incluso melones y sandías, la manipulación que sufren dichas semillas hará imposible este trabajo, pues las simientes nos darán individuos en ocasiones de poca calidad o incluso inviables. En este sentido, mantener esos cultivares tradicionales locales tiene una importancia vital.
Otros trabajos que hemos hecho en estos días sin lluvias ha sido la siega de las hierbas, quedando bordes sin segar, que permite el refugio de insectos auxiliares.
Cavando y moviendo la tierra apreciamos el valioso trabajo de unos de las mejores ayudantes del huerto, las lombrices. Es una alegría encontrarnos con este pequeño anélido.
José Manuel