Después de un año trabajando en
uno de los entornos más empobrecidos de Guatemala, en Santa María Chiquimula (Totonicapán),
y conviviendo con personas de etnia indígena, me quedo con muchas experiencias
profesionales y también personales muy positivas. Aquí, por la idea del blog, interesa
más que cuente lo que al tema agrícola respecta.
Entre estas experiencias, una de
las más enriquecedoras fue la construcción de invernaderos, para sustento
familiar. Diez familias con escasos recursos, y que por su trabajo activo para
los respectivos proyectos de la institución (Parroquia La Natividad) se les
benefició con un invernadero por cada una de ellas. El proyecto se trató de la
construcción, y puesta en funcionamiento de diez invernaderos concebidos para
autoconsumo, y con una visión de venta a pequeña escala.
Los invernaderos fueron de tipo
túnel, de 4x6 m (pequeños, por la misma filosofía del proyecto de
autosustento), con toda la instalación necesaria para la producción de hortalizas y verduras
apropiadas.
En un momento en el que tuvimos ayuda extra. Perforando, aserrando y atornillando. |
Gracias a los compañeros, y junto
a las familias beneficiarias, desempeñamos un trabajo en equipo, que llevó
desde el diseño, hasta la planificación de la cosecha, y el control de la venta,
junto con las familias.
La base de la construcción eran
blocks de concreto (bloques de hormigón), sobre los que iban tubos galvanizados,
a modo de sostén del restante esqueleto
de madera. Sobre estos tubos, se perforaba, y colocamos todas las reglas de
madera que mantenían en última instancia el plástico especial para invernadero.
Esqueleto principal y cubierta del invernadero |
Para sustentar la cubierta, se
colocaron tubos de PVC, con un tubo corrugado en su interior que le dió la
rigidez suficiente, a la vez que permitía la curvatura de la misma.
Los problemas de humedad y
control de temperatura, se dieron solución mediante una pieza lateral semi-fija
(la central), de manera que se permitía su abertura o cierre. Aún así se
comprobó que a veces este sistema no era suficiente. Una posible mejora,
hubiera sido realizar apertura cenital (en la cubierta), de manera que el aire
caliente y la humedad saliera con más facilidad.
No obstante, dado el pequeño
tamaño y altura de los invernaderos, se reducía la humedad y temperatura
considerablemente con esta apertura lateral.
Con Julia, una de las beneficiarias |
En este sentido, hay que señalar
que es necesario un gran control de humedad y temperatura, pues las bacteriosis
y las enfermedades fúngicas en este ambiente son muy agresivas, y requieren de un
minucioso control cultural y normalmente químico.
Después de la construcción se
acometió la instalación parcial del sistema de riego. Se trató de un sencillo
sistema de riego por goteo. Se dotó de un tanque de agua (“rotoplast”), a
partir del cual se instalaron las tuberías de PVC, hasta el mismo invernadero. Antes
de la instalación de las tuberías de goteo, se realizó la preparación de la
tierra, tras la cual se insertaba en la tubería de PVC, la tubería de PE con
goteros autocompensantes.
Como digo los beneficiarios prepararon
la tierra. En la mayoría de los casos se realizó el picado de la tierra manual,
la incorporación de abonos naturales y estiércol. Una vez realizado este
trabajo, e instaladas las tuberías de goteo, se realizaron las líneas de
siembra, normalmente consistiendo en un acaballonado.
Así, se sembraron los pilones, tras
previa elección de la hortaliza por parte de los beneficiarios, con nuestro
asesoramiento. La siembra la llevó a
cabo la propia familia, tras una muestra previa, en la que se detallaba la
forma y la distancia entre pilones. Las familias, en esta primera siembra
eligieron entre tomate, pimiento (chile pimiento) y chile jalapeño.
Pedro abriendo la "ventana" y yo feliz de la siembra |
Y posiblemente, después quedó el
trabajo más complicado, pues requirió una supervisión, y conseguir que los
beneficiarios aprendieran las técnicas de manejo del cultivo: podas, despuntes,
tratamientos, enriquecimiento del suelo, adecuado manejo de la ventilación,…
Encontramos complicaciones que
fuimos manejando, en la mayoría de los casos con buen resultado. Sobre todo se
dieron enfermedades fúngicas o bacteriosis: tizón tardío o mildiu (Phytopthora infestans) y tizón temprano
o alternaria (Alternaria solani) en
tomate, y podredumbre gris o botrytis (Botrytis
cinerea) y la viruela o cercospora (Cercospora
capsicii) en chiles.
Para finalmente obtener la
cosecha, la cual se registraba mediante una hoja de control. En ella se anotó
cuanta cantidad se cosechó, el coste, la fecha. De manera, que se estimó el ahorro
(cuando era autoconsumo) y el beneficio (cuando era venta) obtenido de la
cosecha.
Tomateras con primeros frutos y en floración |
Y una
de las cosas más importantes, fue el seguimiento final, para que se volviera a
realizar una posterior siembra, en la que ya se intentó que los propios
beneficiarios, tomaran iniciativas propias con el aprendizaje de la primera
cosecha, sin nunca dejar de asesorar, y resolver dudas.
Tomates, variedad Tolstoi, en el invernadero de Petrona, una de las beneficiarias |
En lo personal, esta experiencia
me permitió convivir con las familias, compartiendo la refacción, el almuerzo,
la ayuda del trabajo, música mientras trabajábamos, y mucho cariño.
Junto a mi compañero Pedro y Gaspar, uno de los beneficiarios |
Mis compañeros, en especial, Pedro, Nacho y
Agustín. De ellos aprendí, y aceptaron mis consejos y propuestas. A ellos les
agradezco todo lo que me enseñaron y lo que aprendí, el tiempo compartido
porque el trabajo se hacía una bendición. También agradezco al responsable del
proyecto, el padre Nacho por su confianza para poder tomar decisiones y
realizar el trabajo con ciertas autonomía que nos ayudó a sentirnos valorados y
con mayor capacidad de progresar.
Algunos de los beneficiarios de los invernaderos en una jornada de puesta en común |
Estoy agradecido con todas estas
personas, con nombres e historia propia, y que me ayudaron a crecer como
persona, y a superarme como profesional, desde la ayuda mutua. Son tantos
nombres que tienen cara y que guardo en mi corazón. Personas que desde su
humildad me dieron aquello que no tenían: Julia, Elevia, Petrona, Cata, Andrés
Abelino, Francisco, Jessica, Eligio, Gaspar, Magdalena, y sus respectivas
familias. A todos y todas los llevo en mi corazón.
José Manuel