Abuelo, esta entrada está dedicada a ti. Cuando cumpliste 77 años, ya te escribí una entrada para ti (https://elingeniero-y-elabuelo.blogspot.com/2011/04/felicidades-abuelo-y-gracias.html), pero por otro motivo muy diferente por el que hoy te escribo.
Este blog es tan mío como tuyo. Hace años que no escribo en él. Creo que mis ganas de escribir en el blog fueron disminuyendo a medida que tú, muy lentamente, obligado por tu salud, ibas dejando el huerto, y traspasando tareas y conocimientos.
Duele abuelo, duele mucho ver tu silla vacía. Me enseñaste tanto,... Mucho de ti soy yo.
Gracias porque me enseñaste a tener una gran fuerza de voluntad, a no rendirme. A ser trabajador. A ser metódico (aunque no tan cuadriculado como tú, abuelo). A ser un hombre de palabra. A hacer más que decir. Todo el tiempo que pasé contigo desde niño no fue en balde, al contrario, me ayudó a crecer como persona y amar el campo, y el huerto. Si soy como soy, es en gran parte por ti.
Crecí contigo abuelo. Tengo tantos recuerdos... No sólo del huerto o del campo. El reparto de bebidas nos hizo compañeros inseparables, montados a bordo de la furgoneta por las calles del pueblo.
Me acompañabas al campo cuando yo iba a entrenar, y desaparecía por el camino, mientras tú te quedabas allí esperando a que volviera, aún sin saber de qué se trataba eso de entrenar y correr.
Abuelo, aunque tu silla se quede vacía, vivirás siempre en mí.
Ahora, miro al cielo, y sé que desde ahí tú me guías, como siempre hiciste cuando estabas a mi lado.
Te quiero Abuelo.
Hasta siempre.