El eucalipto fue introducido por primera ven en España en 1860 por Fray Rosendo Salvado, un misionero en Australia. Fray Rosendo le envió a su familia en Tuy (Pontevedra) semillas de eucalipto, con vistas a un uso ornamental.
Desde esta fecha el eucalipto se fue introduciendo en pequeños arboretos, jardines botánicos, u otros tipos de jardines con el objetivo de estudiar las diferentes especies y como árboles ornamentales.
Pero fue en la época franquista cuando el eucalipto se introdujo como plantación, ocupando sobre todo áreas de Galicia y en el suroeste (principalmente Huelva). Mientras que en la costa atlántica predominó la introducción del eucalipto blanco (Eucalyptus globulus), en el suroeste fue inicialmente la especie más utilizada el eucalipto colorado (Eucalyptus camaldulensis), que a pesar de tener un crecimiento menor que el blanco, era más rústico y aguantaba mejor las condiciones de sequía.
Las plantaciones de eucalipto se han asociado con otras reforestaciones muy polémicas, pero de diferente fin: las reforestaciones con coníferas. En el caso de los eucaliptos se buscaba un fin productivo en una época en la que España buscaba recursos para fortalecer su débil economía. Por su parte, las plantaciones de coníferas, principalmente pinos, se englobaban en un plan forestal bastante bien planteado, pero que nunca se llevó a su fin. En este plan forestal (ideado por el ingeniero de montes Luis Ceballos, en 1939 dentro del Plan General de Repoblación de España) se buscaba implantar un ambiente adecuado para la posterior implantación de frondosas autóctonas, más exigentes que las coníferas o con objetivos de protección de cuencas hidrológicas. De esta manera, los pinos prepararían un terreno que había estado ausente de vegetación arbórea (y eso hay que recalcarlo) para acoger a una futura vegetación más evolucionada (basándose en las series de vegetación) formada por hayas y robles (Quercus spp.). La realidad fue que esta segunda fase nunca se llevó a cabo, por falta de presupuesto, por cambios en el gobierno de la nación, etc.
El eucalipto desde entonces ha incrementando su controversia, aumentando los detractores de este singular género. Son muchos los que abogan que el eucalipto empeora el suelo, contamina las aguas, no deja crecer ninguna planta a su alrededor, es una planta esquilmadora,… y otras muchas afirmaciones en la mayoría de los casos sin fundamento o sacadas de contexto.
Una de las pintadas que aparecen en el entorno de Valverde del Camino (Huelva)
Y es que la fuente del problema no es esa. El origen de estas aseveraciones ha sido la utilización del eucalipto en plantaciones monoespecíficas, que como en cualquier plantación de tipo productivo se busca la máxima eficiencia en producción y se realizan tratamientos la mayoría de las veces muy intensivos. Con ello se reduce notablemente la biodiversidad, tanto en especies vegetales como animales, se produce un clima muy adecuado para ciertas plagas, se extraen con la madera (y en explotaciones mal llevadas incluso ramas no maderables) nutrientes que no son reemplazados, la densidad de la plantación impide el desarrollo de otras especies vegetales bajo su copa y el aprovechamiento de los recursos es bastante estrecho, al existir una especie principal que ocupa la mayor parte de la superficie.
Por lo tanto, la mayoría de las culpas que se le atribuyen al eucalipto son derivados del manejo que hace el hombre de ellos. Al igual que en la selva amazónica no son bien vistas las plantaciones monoespecíficas de árboles para la producción de madera, eliminando la selva autóctona, no puede ser bien vista este tipo de plantación desde el punto de vista ecológico. Pero no sólo existe la ecología, sino que desde siempre se ha buscado un aprovechamiento adecuado, y digo adecuado del medio (que pasaría entonces con las roturaciones de terreno que se han hecho para poder practicar la agricultura, las grandes extensiones de viñas en Tierra de Barros, las zonas de cereales en los llanos de la Albuera o las plantaciones de tomates en las Vegas Bajas del Guadiana).
A favor del eucalipto, tengo que decir que, desde el prisma medioambiental, ocupa actualmente zonas que en otras condiciones podrían estar rasas, o montes abandonados con peligros de incendios. En la zona de Huelva, donde existen algunos eucaliptales en los que la producción maderera ha cesado tras el último aprovechamiento (normalmente se aprovechan de dos a tres brotes de cepas) he podido observar como bajo los eucaliptos, de un desarrollo rápido con respecto a las típicas especies mediterráneas, aparecían gran cantidad de pequeños alcornoques, que bajo la sombra de estos eucaliptos se desarrollan en sus primeros años.
Un eucaliptal sin aprovechamiento actual, que está siendo invadido por matorral heliófilo
Desde el punto de vista socioeconómico, las plantaciones de eucalipto generan una fuente de ingresos y empleo en zonas donde la diversificación económica es escasa, dando lugar a empleos directamente relacionados y los derivados, como aserraderos.
No obstante, es conveniente buscar una alternativa al eucalipto, allí donde su aprovechamiento ya no es rentable o en lugares que por su potencialidad ecológica sea conveniente instalar vegetación autóctona. No se trata de eliminar de un día para otro el eucalipto, sino de ir sustituyendo progresivamente estas masas, de manera que incluso se puede aprovechar las condiciones ecológicas creadas por esta especie.
Por tanto, antes de expresar nuestra opinión acerca de un ser vivo como es el eucalipto, profundicemos en él, y sobre todo en el uso que el hombre hace del medio, un medio tan intervenido que no podemos plantear una perspectiva puramente ecológica.
Una página que refleja cosas muy diferentes a lo que estamos habituados a escuchar sobre el eucalipto:
http://eucalipteros.blogspot.com/
Una página que refleja cosas muy diferentes a lo que estamos habituados a escuchar sobre el eucalipto:
http://eucalipteros.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario