LA BIODIVERSIDAD, FUENTE DE VIDA

"La teoría orgánica puede resumirse como la observancia de las seis leyes siguientes: primera, el horticultor debe trabajar con la naturaleza y no en contra de ella; segunda, la naturaleza es diversa y por tanto el horticultor debe practicar la diversidad; tercera, debe criar otras formas de vida - animal o vegetal- en medios los más parecidos posibles al que les sea natural; cuarta, debe devolver al suelo tanto, o casi tanto, como le ha quitado; quinta, debe alimentar al suelo y no a las plantas; y sexta, debe estudiar la naturaleza como un todo y no como una parte aislada".


John Seymour

miércoles, 21 de noviembre de 2012

ES TIEMPO DE SEMBRAR LECHUGAS DE INVIERNO

La lechuga es un cultivo típicamente invernal. En extensivo y de forma tradicional se suelen echar los semilleros o “criaeros” a finales del verano o principios del otoño.
"Criaero" de lechugas
Una de las estrategias a seguir para tener lechugas de forma escalonada es realizar siembras y posteriores trasplantes igualmente escalonados.
Tras realizar el semillero las lechugas se desarrollarán, según las temperaturas, en más o menos pocas semanas.  El semillero de forma tradicional se hace en un pequeño trozo de tierra un poco estercolada que mantenga bien la humedad y no esté expuesta a los calores del mediodía de finales del verano. Cuando estas lechugas tengan una altura de 3 a 8 cm aproximadamente, y con una raíz en buen estado, será un buen momento para trasplantarlas al lugar donde se desarrollarán.
No es un cultivo exigente, aunque, como a todos, les gusta que la tierra esté mullida. A diferencia de otras plantas no lleva mal los encharcamientos, pero los prolongados pueden llegar a asfixiar sus raíces por falta de oxígeno.
Existen diferentes variedades, siendo seguramente las más conocidas la lechuga romana o de oreja de mula y la lechuga iceberg.



Para realizar el trasplante será mejor escoger un día con cierta humedad, y en cualquier caso evitar días calurosos y las horas centrales del día. En primer lugar sacaremos la planta del semillero, moviendo un poco la tierra alrededor de las lechugas, de manera que dañemos lo menos posible las raíces. Podremos quedar un poco de tierra entre sus raíces, y no vendrá mal mantenerlas humedecidas en tanto que vamos trasplantándolas para que no se deshidraten.

Lechugas en una cuba con algo de agua (izda.)


Se pueden trasplantar en filas o en caballones. Preferentemente con un sembrador abriremos un hoyo siempre mayor que el sistema radicular de la lechuga, introduciremos en la parte más profunda tierra suelta y tras esto meteremos la lechuga intentando que la tierra quede apretada alrededor de sus raíces.
La planta quedará enterrada de manera que el cuello de la raíz esté bajo tierra. Siempre es preferible que quede enterrada un poco más de la cuenta antes de muy superficial. Por último, y siempre que la tierra no tenga humedad, regaremos un poco en torno a la planta, con precaución de que no se lleve la tierra el riego.


José Manuel

jueves, 15 de noviembre de 2012

EL EUCALIPTO COMO APROVECHAMIENTO, UNA CUESTIÓN MAL ENTENDIDA.

El primer artículo con el que nacía este blog trataba sobre el eucalipto en España (http://elingeniero-y-elabuelo.blogspot.com.es/2011/02/la-polemica-historia-de-los-eucaliptos.html). En esta entrada comentaba la mala prensa y la ligereza con la que se habla de los eucaliptos.
Existen gran cantidad de comentarios erróneos acerca del eucalipto que se han ido difundiendo sin fundamento alguno.
No hay muchos que expongan sus criterios a la hora de atacar a este espectacular árbol, no un elemento contaminante ni esquilmador de tierras como se ha querido ver.
Breve historia del eucalipto en España
Su introducción en España data del año 1860, cuando el farmaceútico catalán Pedro Antonio Ventalló i Vintró trajo, procedentes de Australia, eucaliptos a la Granja de Agricultura de Barcelona. Poco después Fray Rosendo Salvado, un monje benedictino, lo plantó por primera vez en Galicia, en la provincia de Pontevedra. Desde aquí se llevó a la cornisa cantábrica entre 1865 y 1867.
En 1868 se plantaron eucaliptos en el Real Jardín Botánico de Madrid, que posteriormente serían cortados por la prolongación de la Gran Vía madrileña.
En la primera mitad del siglo XX, se empezaron a extender las plantaciones por el suroeste peninsular, siempre muy vinculadas a la actividad minera y del ferrocarril.
Desde entonces, los núcleos más importantes de plantaciones de eucalipto han estado en la provincia de Huelva, en Galicia y la cornisa cantábrica, especialmente en Asturias. Actualmente su aprovechamiento en explotaciones forestales se resume a la corta de madera para celulosa, biomasa y otros usos madereros (vigas, traviesas, chapas, etc.).
Como referencia, en la provincia de Huelva se han llegado a plantar unas 130 especies diferentes de eucalipto, algunas con un posterior uso y otras empleadas en arboretos y experimentaciones.
En España tenemos eucaliptales protegidos. Uno de ellos es el eucaliptal de Chavín, en Pontevedra, declarado Monumento Natural. Son unos 600 individuos, que fueron plantados entre 1880 y 1912, y entre los que se encuentra un eucalipto blanco de más de 80 metros de altura y de diámetro mayor de 2,50 m. Es llamado “el Abuelo”.
Actualmente, en nuestro país existen gran cantidad de especies, unas con preferencia por aprovechamiento maderero y de celulosa (para papel) y biomasa, como Eucalyptus globulus (eucalipto blanco), otras como ornamental como Eucalyptus cinerea o  Eucalyptus calophylla, y otras que destacan por su aroma como Eucalyptus citriodora (no olvidemos que se toman vapores de hojas y flores de eucalipto para aliviar los catarros).
En España los eucaliptales cubren unas 450.000 hectáreas (3,5% de la superficie forestal de España), que producen 2,8 millones de metros cúbicos de madera al año (más de un 25% de la producción nacional de madera). Aún así, España consume 4,3 millones de metros cúbicos de madera de eucalipto, por lo que existe un déficit de 1,5 millones de metros cúbicos de madera de eucalipto que se importa de terceros países.
Mala información
Existe una gran cantidad de comentarios acerca del eucalipto que se han ido extendiendo y que se afirman como ciertos, y sin embargo no se aportan evidencias científicas ni comprobadas.
En primer lugar, nos situaremos. El eucaliptal no es un bosque autóctono, ni siquiera es un bosque, sino una plantación forestal y no hay que olvidar que la actividad forestal, aunque no lo parezca genera impactos, al igual que lo hace la agricultura o la ganadería. El aprovechamiento es más parecido al de un cultivo que al de un bosque. No obstante, en una plantación forestal el consumo de fertilizantes, nutrientes y agroquímicos (insecticidas, fungicidas o herbicidas) no tiene nada que ver con un cultivo agrícola. Son ciclos intensivos, por la misma ventaja que tiene el eucalipto de crecimiento rápido que hace que se prefiera a otras especies forestales.
El eucalipto, no se trata en sí misma de una especie negativa. Puede ser negativo o inadecuado el manejo que se hace del mismo. Como ejemplo pongamos la soja en Sudamérica o la palma (para el aceite de palma) en Asia. Ambas especies han acabado con muchos bosques autóctonos, pero no son estas especies las causantes sino el manejo que se hace de ellas.
En muchas ocasiones, la no presencia de un eucaliptal no supondría la existencia de un bosque autóctono, sino de un pastizal o de un jaral, que llega a tener un valor ecológico menor.
A todo esto hay que sumar la repercursión socioeconómica, traducida en generación de empleos, pues en las zonas donde existen aprovechamientos de eucalipto se crean puestos de trabajo en gran número. Cosa que si no existiera este aprovechamiento no sucedería (un pastizal o una dehesa, desgraciadamente no generan esta cantidad de empleos; todo pasa por que existan unas tasas que repercutan y fomenten estos sistemas más autosuficientes).
Por otra parte, existen voces que aluden a la desviación de las riquezas generadas hacia fuera de la comunidad rural donde se produce y la transferencia de tierras públicas o comunales a empresas privadas, empobreciendo las zonas rurales. Habría que analizar cada caso concreto.
Ecológicamente, una de las críticas que se realizan del eucalipto es la alelopatía (la popular frase de que no crece nada bajo los eucaliptos). La alelopatía es la emisión de sustancias que evitan el desarrollo de otras plantas bajo sus copas. Esto tiene algo de cierto, pero no es tanto por la alelopatía que no crezca nada bajo el fronde de estos árboles, sino más por las altas densidades empleadas. La prueba está en que cuando las masas de eucaliptos se abren empiezan a crecer bajo ellos especies autóctonas de la zona.
Otra crítica es el elevado consumo de agua por parte de los eucaliptos. Si recurrimos a ensayos técnicos (que son los que dan validez a las afirmaciones), el eucalipto consume una cantidad normal, y mucho menos que otros árboles autóctonos como chopos, e increíblemente mucho menor que los cultivos agrícolas. El eucalipto consume agua a mayor ritmo debido a su espectacular crecimiento, pero necesita menor cantidad de agua que muchos otros árboles por materia seca producida.
También, mirando los aspectos positivos, las plantaciones de eucalipto, al igual que otras forestales, retienen carbono, frenando en cierto modo el ciclo y la generación de CO2 a la atmósfera.
Los eucaliptales, como “bosques” productores, también tienen un papel de “bosque” protector, pues evitan la tala de bosques autóctonos dentro y fuera de nuestras fronteras. También contribuyen a frenar la erosión
Existen actividades ligadas a los eucaliptales y que normalmente no se contemplan como la producción de los llamados productos no madereros: miel, esencias, etc. Además de que pueden llegar a ser de interés turístico (sobre todo con el creciente turismo rural).
Mejorar la gestión de los eucaliptales
El primer paso para mejora la gestión es la adecuada elección de la especie, el lugar, el motivo y el modo en que se llevará la plantación. Otro aspecto muy importante es la aceptación y el interés de la sociedad por la plantación, de manera que se eviten consecuencias negativas.
Tras esto hay muchas cosas que mejorar, como la ordenación forestal con inclusión de diferentes rodales de edad, corredores ecológicos, respetar los cauces de agua,…
El tema de los corredores ecológicos es especialmente importante en plantaciones de una superficie considerable, de manera que se garantice el paso de la fauna y la menor interferencia en su ciclo biológico.
La diversificación es un aspecto que aunque difícil de aplicar a plantaciones tan intensivas sería recomendable practicarlo, de manera que se alternen turnos cortos con otros no tan cortos y de menor densidad (todo pasa por diferentes destinos de los productos).
También en la ordenación forestal será responsabilidad del ingeniero planificar la integración de la regeneración del bosque autóctono cuando termine la vida de la explotación forestal del eucaliptal.
Si existe un déficit de producción de madera es porque se consume por encima, por lo que sería lógico aumentar la producción o reducir el consumo. Para ello habrá que tener una conciencia social más abierta, adaptada e informada. Y si nos miramos a nosotros mismos habría que hacer autocrítica y pensar la cantidad de papel que malgastamos, o la madera que no se reutiliza. Mucha de la gente que crítica a estas plantaciones no tienen en cuenta el consumo que ellos mismos hacen los productos derivados.
No nos llevemos las manos a la cabeza al hablar del eucalipto, profundicemos en el sistema de producción e informémonos mejor antes de opinar.

Por último, decir que la FAO tiene informes acerca del eucalipto muy interesantes, como este http://www.fao.org/docrep/005/y7605s/y7605s03.htm#TopOfPage


José Manuel

miércoles, 7 de noviembre de 2012

LA SOMBRA DEL NOGAL

Incluyo aquí un poema de Gerardo Diego, uno de los poetas de la Generación del 27, que hace referencia a un árbol muy característicos de los huertos: el nogal. Este poema es la "Sombra del nogal".

Es cierto que su sombra, no tanto por sí misma sino por sus hojas no es beneficiosa para acoger otras plantas bajo él. Esto se debe a que sus hojas contienen sustancias alelopáticas, en forma de taninos, que son tóxicas. Pero también aporta una sombra fresca durante los meses calurosos que sirven de descanso al hortelano y su fruto es uno de los frutos secos que más gustan.

No obstante, es el nogal uno de los árboles más codiciados de los huertos, no solo por sus frutos sino también por su madera, que es considerada de las de mayor calidad, recibiendo el apelativo, junto con las maderas de árboles como el castaño, el tilo o el cerezo, de maderas nobles. Aquí dejo el poema:


La sombra del nogal es peligrosa
Tupida en el octubre como bóveda
como cúpula inmóvil
nos cobija e invita
a su caricia fresca
y van cayendo frutos uno a uno
torturados cerebros, nueces nueces
Por la noches
sombra de luna muerta da el nogal y van suicidándose una a una
sus hojas quejumbrosas
y pies desconocidos invisibles
las huellan las quebrantan las sepultan
librándolas así
del torbellino eólico
que azota a lo mortal abandonado
sobre la faz fuenesta de la tierra
impenetrable
Pero, ¿quién pasa, quién posa?
¿De quién los pies piadosos redentores?

Gerardo Diego, 1977