La lechuga es un cultivo típicamente invernal. En extensivo y de forma tradicional se suelen echar los semilleros o “criaeros” a finales del verano o principios del otoño.
Una de las estrategias a seguir para tener lechugas de forma escalonada es realizar siembras y posteriores trasplantes igualmente escalonados.
Tras realizar el semillero las lechugas se desarrollarán, según las temperaturas, en más o menos pocas semanas. El semillero de forma tradicional se hace en un pequeño trozo de tierra un poco estercolada que mantenga bien la humedad y no esté expuesta a los calores del mediodía de finales del verano. Cuando estas lechugas tengan una altura de 3 a 8 cm aproximadamente, y con una raíz en buen estado, será un buen momento para trasplantarlas al lugar donde se desarrollarán.
No es un cultivo exigente, aunque, como a todos, les gusta que la tierra esté mullida. A diferencia de otras plantas no lleva mal los encharcamientos, pero los prolongados pueden llegar a asfixiar sus raíces por falta de oxígeno.
Existen diferentes variedades, siendo seguramente las más conocidas la lechuga romana o de oreja de mula y la lechuga iceberg.
Para realizar el trasplante será mejor escoger un día con cierta humedad, y en cualquier caso evitar días calurosos y las horas centrales del día. En primer lugar sacaremos la planta del semillero, moviendo un poco la tierra alrededor de las lechugas, de manera que dañemos lo menos posible las raíces. Podremos quedar un poco de tierra entre sus raíces, y no vendrá mal mantenerlas humedecidas en tanto que vamos trasplantándolas para que no se deshidraten.
Se pueden trasplantar en filas o en caballones. Preferentemente con un sembrador abriremos un hoyo siempre mayor que el sistema radicular de la lechuga, introduciremos en la parte más profunda tierra suelta y tras esto meteremos la lechuga intentando que la tierra quede apretada alrededor de sus raíces.
La planta quedará enterrada de manera que el cuello de la raíz esté bajo tierra. Siempre es preferible que quede enterrada un poco más de la cuenta antes de muy superficial. Por último, y siempre que la tierra no tenga humedad, regaremos un poco en torno a la planta, con precaución de que no se lleve la tierra el riego.
José Manuel
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