LA BIODIVERSIDAD, FUENTE DE VIDA

"La teoría orgánica puede resumirse como la observancia de las seis leyes siguientes: primera, el horticultor debe trabajar con la naturaleza y no en contra de ella; segunda, la naturaleza es diversa y por tanto el horticultor debe practicar la diversidad; tercera, debe criar otras formas de vida - animal o vegetal- en medios los más parecidos posibles al que les sea natural; cuarta, debe devolver al suelo tanto, o casi tanto, como le ha quitado; quinta, debe alimentar al suelo y no a las plantas; y sexta, debe estudiar la naturaleza como un todo y no como una parte aislada".


John Seymour

viernes, 17 de junio de 2011

EL HUERTO EN JUNIO

En los primeros días de junio el calor se estaba resistiendo a entrar, pero de una semana hacia acá parece que las temperaturas han tomado los valores habituales de la fecha. Las tormentas parecen haber cesado y la tierra pide agua para producir. El huerto invita a trabajar en él a la caída de la tarde, cuando todavía la luz lo permite y el calor ya no es tan agobiante. Mientras se hacen las labores un albaricoque, una ciruela o una manzana endulzan el paladar.

Tomates, pimientos y cebollas

Volviendo al huerto, ya están instalados y fructificando gran parte de los cultivos de verano: tomates, pimientos, pepinos, berenjenas, calabacines, calabazas,... Otros todavías están en sus primeros estadios de desarrollo: sandías y melones; y otros están cosechando o a punto de hacerlo: zanahorias, acelgas, ajos y cebollas.

Los tomates con flores y con algunos frutos; los calabacines (de los que El Abuelo sembró una línea) también tienen flores, pero aún no las tienen los calabacines.

 
Los pepinos, con un rudimentario entutorado de cañas, están algo más atrasados, en cuanto a fructificación. Junto a ellos se encuentran las berenjenas, con tímidas flores. Por su parte las calabazas, sembradas bajo los mandarinos se desarrollan con gran vigor. 
Entutorado de pimientos
Calabazas junto a los mandarinos

 

El Abuelo regando con la goma bajo un frutal

El Abuelo riega con goma a manta todos estas verduras, y he aquí una de las discrepancias con él. Yo creo que, con el riego a manta, no es necesario regar tan abundantemente, encharcando las gavias, pero según él está bien,... La hora a la que riega es otro cantar, ya se sabe que las mejores horas son las últimas o primeras del día, y eso no lo cumple. Cosas de ingenieros y de abuelos... Esta disparidad de criterios nos vale a los dos para ver las cosas desde otros puntos de vista.
 
El espacio dejado por las habas es ahora ocupado por melones y sandías, que sembré hace muy pocos días, por lo que apenas tienen unas pequeñas hojas (quizás algo tardíos). También he sembrado unas plantitas de albahaca junto a las tomateras, cuya asociación es muy beneficiosa. En la foto de la derecha, la albahaca junto a las tomateras.
Las cebollas y ajos ya están en los últimos días de su cultivo, sobre todos los ajos, que cosecharé en los próximos días. Las espinacas ya dejanron de dar hojas y ahora se ha dejado algunos pies para coger simiente para sembrarlas al final del verano, cuando la tierra esté todavía caliente.

Junto a las espinacas, las zanahorias se van cosechando poco a poco, según se van necesitando en la casa. No son de gran tamaño, pero tienen un sabor excelente. Al otro lado de las espinacas las patatas, cuyos tubérculos van apareciendo bajo la capa de paja que se puso como acolchado. Creo que en dos o tres semanas se recolectaran las primeras patatas. El acolchado no cabe duda que fue una buena idea pues facilitará la cosecha y ha controlado bastante bien las hierbas adventicias.

Por último, el aromático orégano, un "cultivo" silvestre que trasplanté hace dos años procedente de la misma Sierra Santa María y que se encuentra en el borde de la huerta. En unos días recolectaré los ramos florales, cuando estén secos.

Como se puede deducir son muchos los cultivos que en esta época crecen en el huerto: unos a punto de terminar su ciclo, otros que lo acaban de empezar. Se percibe en el huerto que es una época de transición, entre los cultivos de invierno-primavera y los de verano. La tierra también lo nota, y se prepara para dar abundante producción.
 
Gallina con sus pollitos recién salidos del huevo que se coló en la huerta, al lado de las patatas.



José Manuel

jueves, 2 de junio de 2011

EL HUERTO EN MAYO

Desde el último repaso que hice del huerto en el mes de abril, éste ha progresado enormemente, en cuanto al desarrollo de los cultivos. Algunas plantas para completar su ciclo, como las lechugas. Otras, como las habas para empezar a dar síntomas de su próximo agostamiento.

Mientras tanto, otras crecen y empiezan tímidamente a florecer, como las patas y las espinacas. Hay otras que siguen aumentando su biomasa, sin síntomas de flor, como las zanahorias, las cebollas y los ajos. Y por último, esán aquellos cultivos de verano, que acaban de comenzar su vida en el huerto: los tomates, pepinos y pimientos. Estos últimos los sembró el Abuelo hace unos días en el espacio contiguo a las habas y que desde el verano pasado había estado sin vegetación (exceptuando dos líneas de rábanos).
Patatas, espinacas y zanahorias en pleno aumento de su biomasa
La tierra agradece las lluvias de la segunda mitad del mes de abril y primeros de mayo, pero en cuanto aprietan días de calor se aprecia que el verano se acerca y la humedad se va cada vez más fácilmente.

El Abuelo se afana en que no salga ninguna hierba entre sus cultivos, pues como me dice, después, como crezcan, se comen al cultivo y son más difíciles de erradicar. Razón no le falta.

Las cebollas trasplantadas por el Abuelo, ya tardías, ocupan el espacio dejado por las lechugas que ya no están, y los nuevos cultivos incorporados aumentan la superficie cultivada. Y es que las lechugas, que ya a comienzos de abril comenzaban a espigarse, ahora, las que aún se mantienen sobre el terreno ya están completamente espigadas (que poco a poco son aprovechadas por las gallinas).

Patata en flor

Como digo, las patatas ya vienen floreciendo, con su llamativa flor blanco-rosada. Han cubierto toda la superfice, creando una cubierta bajo ellas que mantienen un microclima de humedad. Se encuentran sanas y con un vigor magnífico.

Eso sí, tengo que decir que hace unos días retiré una planta que tenía síntomas de alguna bacteriosis, que no pude identificar, pero que por los exudados que emanaban del tallo me daba la pista de que lo era. Espero que no tenga mayor importancia.

Las espinacas las vamos recolectando, pero sin arrancarlas, sino que se cogen las hojas más grandes y tiernas, dejando la planta para que siga produciendo aún después de espigada.

De esta manera, la cosecha es más abundante y se deja cubierto un terreno que de lo contrario estaría desnudo. A la espera de poder implantar otra especie de verano u otoño.


Cesta repleta de espinacas
Las habas, por su gran altura y por las lluvias de abril se tumbaron, aunque no ha tenido esto ninguna trascendencia en su producción, pues han seguido dando jerretes  y habas.

Además, tras haber dado una cosecha buenísima, en calidad y cantidad (que pena que olvidara pesarlas), estamos a la espera de que las que quedan, que son muchas, se sequen para cosecharlas y cocinarlas fritas (que buenas que están así¡¡).

Comentar, que ha sido curioso que los ataques de pulgones hayan sido despreciables, y se encontraban en los bordes del cultivo y nunca hacia el centro del cultivo. Aquí tenemos una de las muestras de como actúan, por un lado, los pulgones por focos, y por otro, las habas en su propia defensa, quizás por la emisión de algún compuesto alelopático para protegerse ante ataques de patógenos.


Cosechando habas

Como se deduce, una nueva temporada empieza en el huerto: los cultivos de primavera-verano, que poco a poco van reinando, a la expectativa de que lleguen otras plantas más tardías como las ricas sandías y melones.








José Manuel

EL EFECTO BENEFICIOSO DE LAS LEGUMINOSAS: LAS HABAS


Siega de las habas el día 29 de mayo
Aprovecho la cosecha y siega de las habas que he realizado en estos últimos días para hacer unas observaciones acerca de los efectos beneficiosos de las leguminosas, y en concreto de las habas.


La siega y la cosecha la he estado llevando a cabo durante el último fin de semana (26-29 de mayo), cuando la mayor parte de las plantas ya estaban secas y para poder proseguir con el ciclo de cultivos de primavera.
Nódulos simbióticos de Rhizobium en habas
Las leguminosas, y muy especialmente las fabáceas, son muy apreciadas porque aportan nitrógeno a la tierra (al fijar el nitrógeno atmosférico por la simbiosis con bacterias del género Rhizobium); mejoran su estructura como el mejor y más económico abono verde; son un buen acolchado que atrae a las lombrices de tierra y es un excelente cultivo previo a los cultivos de primavera, además de ser temprana melífera y alimento también para las personas y para el ganado.
Todo esto es lo que dice la bibliografía, pero tengo que añadir: estimula y atrae la vida de los animalillos que pueblan el huerto. Durante la floración se observaron gran cantidad de abejas, y a medida que el cultivo iba creciendo aumentó la fauna auxiliar (mariquitas, crisopas, y otros), para contrarrestar los efectos de pulgones, chinches y otros insectos que han aprovechado los recursos de las habas.

Una mariquita depredando pulgones
Y es que una de las máximas de todos los artículos de este blog es defender la diversidad biológica como fuente de vida. La biodiversidad aumenta el número de especies, sus interacciones y su complejidad. De esta manera la regulación de plagas es más eficaz y fácil.
Con respecto a la siega es muy importante que se realice cortando las matas y dejando dentro de la tierra las raíces, que de esta manera se humifican rápidamente, sin pudriciones y alimenta y estimulan la vida de la tierra, con los beneficios ya comentados.
Una vez realizada la siega y cosecha de las habas en seco, ahora toca secarlas al sol para desgranarlas. Tras esperar unos días para que la tierra asiente y le dé tiempo a nuestros amigos auxiliares a migrar a otros cultivos, habrá que laborear el terreno donde estuvieron las habas, para trasplantar sandías y melones, y quizás alguna coliflor, que tengo preparadas en unas bandejas forestales recicladas, y hierba de los canónigos, que las sembraré directamente. Siempre hay que tener presente llevar a cabo una buena rotación de cultivos, por lo que en principio no se repetirá en este mismo lugar habas durante al menos 3-4 años.
Evitaré laborear en exceso, ya que es un error cuando la tierra realmente no lo necesita. Veremos por otra parte, cual es el efecto de las habas y su fijación de nitrógeno sobre la tierra y los cultivos que le sucederán.
En cuanto a qué hacer con los restos de la cosecha: servirán como acolchado en los próximos meses de otoño e invierno, e incluso la próxima primavera. Como siempre, se intenta evitar la quema, que además de no beneficiar a largo plazo a la tierra, libera el carbono que está fijado en la materia vegetal.
Recuerdo, como no puede ser de otra manera, que la cosecha de habas se ha hecho prescindiendo de cualquier tipo de producto químico. Así que de la huerta, ¡lo mejor¡

Cesta repleta de habas secas
Con respecto a rendimientos de la cosecha ya comenté en algunas de las entradas la abundante cosecha de habas en verde y de “jerretes”, que me sirvieron para convidar a amigos y familiares. La cosecha de habas secas (para freír, que, por cierto, me encantan) no ha sido tan abundante, pero no ha estado mal, en torno a 12 kilos. Todo ello sin haber recibido ningún riego, solamente el que le daba la Madre Tierra.

Dejaré grano para la siembra de la temporada siguiente, porque unas habas que se siembran en una misma zona año tras año adquieren resistencias que otras de nueva introducción no tienen.
Por último, y para reflejar la vida que mantenían las habas os dejo algunas fotos...
De izda a dcha y de arriba a abajo: pupa de mariquita (Coccinela semptempunctata), larva de mariquita depredando pulgones, otro tipo de mariquita, crisopa (de corror marrón) y mariquita adulta.


José Manuel