LA BIODIVERSIDAD, FUENTE DE VIDA

"La teoría orgánica puede resumirse como la observancia de las seis leyes siguientes: primera, el horticultor debe trabajar con la naturaleza y no en contra de ella; segunda, la naturaleza es diversa y por tanto el horticultor debe practicar la diversidad; tercera, debe criar otras formas de vida - animal o vegetal- en medios los más parecidos posibles al que les sea natural; cuarta, debe devolver al suelo tanto, o casi tanto, como le ha quitado; quinta, debe alimentar al suelo y no a las plantas; y sexta, debe estudiar la naturaleza como un todo y no como una parte aislada".


John Seymour

viernes, 7 de junio de 2013

EL ALCORNOQUE Y LA SACA DE CORCHO

A pocas semanas, días, de que comiencen los trabajos de la saca del corcho, le dedicamos esta entrada al alcornoque. Un árbol de los de mayor porte en nuestro entorno de dehesas, y que junto con la encina son los árboles que más caracterizan nuestro paisaje. Personalmente, es el árbol que más aprecio, por su porte, por su robustez, por su adaptación al medio y por guardar tantas tradiciones en él.
El alcornoque, un roble muy especial
El alcornoque, de nombre científico Quercus suber, es una especie del género de los robles o quercíneas, y de la familia de las fagáceas, entre las que se incluyen las hayas y los castaños.

Alcornoques del camino de Los Molinos (Barcarrota) después de 3-4 meses tras el descorche

Es un árbol típicamente mediterráneo, que se distingue claramente por su capa de tejido suberizado o corcho, concebido como una adaptación al estío y al fuego. Posee otras claras adaptaciones al medio mediterráneo: hojas coriáceas con borra, con mecanismos que impiden pérdidas de agua en la época de mayores temperaturas o su sistema radicular pivotante y amplio, para la búsqueda de zonas de agua.
Puede encontrarse en dehesas o en masas más densas. En nuestras condiciones es más normal encontrarlo formando masas mixtas o bosquetes entre dehesas extensas de encinas, con predominio de esta última. El alcornoque es algo más exigente que la encina en humedad, resguardándose en ocasiones en zonas más frescas o de umbría, con respecto a la encina.
Sin embargo, en otras zonas, como los alcornocales de Cádiz, no solo convive con encinas, sino también con quejigos, fresnos, rebollos,... En el subpiso pueden aparecer madroños, agracejos, jaras, brezos,...
Distribución y estado en la Península
El alcornoque está presente en Europa y África. En Europa se encuentra en España, Portugal y sur de Francia e Italia, mientras que en África es habitual en Marruecos, Argelia y Túnez.
En la Península es frecuente en una banda más o menos extensa desde la costa atlántica sur hasta Cataluña, aunque se puede encontrar disperso o en pequeñas manchas por el interior, en el sur de Galicia, el oeste de Asturias y Cantabria.
El alcornoque forma comunidades en montes y dehesas que ocupan cerca de medio millón de hectáreas en España y 700 mil hectáreas en Portugal.
Sin embargo, esta superficie está caracterizada en su mayor parte por su envejecimiento, compuestos en su mayoría por individuos muy viejos y que afrontan una escasa regeneración que pone en peligro su estabilidad.
Se observa los daños ocasionados por la saca. Ejemplar
de la finca Hernán Yuste (cerca del pantano del Ahijón)
A pesar de todo, y según datos históricos, la superficie de alcornocal en España es mayor actualmente que hace tres siglos atrás. Todo ello, considerando que hubo talas de importancia entre 1860 y 1879 en la provincia de Cádiz, donde se cortaron más de un millón de alcornoques para hacer carbón vegetal. Fue la demanda de corcho lo que propició la repoblación de muchas zonas. Hoy en día, en esta zona existen instrumentos de ordenación del monte que de cierta manera garantizan esa estabilidad.
En España se distinguen zonas de alcornocales en masas más o menos de importancia, aunque es más frecuente encontrarlo disperso en pequeñas manchas. La masa de alcornoques más importante está en la provincia de Cádiz, en sus límites con Málaga, formando un alcornocal de densidad considerable y de alto valor ecológico, conocido como Parque Natural de Los Alcornocales. También existen masas de alcornocales en la provincia de Sevilla y Huelva, pero sin llegar a ocupar un espacio tan grande como en Cádiz.
Un vídeo muy bien elaborado es uno de la serie de RTVE “El bosque protector: La última selva” (http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-bosque-protector/bosque-protector-alcornocales-ultima-selva/1607924/)
Es Andalucía donde mayor número de alcornoques se encuentra, seguido de Extremadura y Cataluña; ya en menor número se encuentran en Castilla-la-Mancha, Castilla y León y Comunidad Valenciana.
Hay que destacar que algunas de las especies más amenazadas de Europa habitan en zonas de alcornocales: el buitre negro, el águila imperial, el lince o la cigüeña negra; constituyendo una riqueza biológica mucho más difícil de cuantificar que la puramente económica.
Un poco de historia sobre el aprovechamiento corchero
Aunque se cree que hace 2.000 años ya se utilizaban tapones de corcho para evitar que se vertiera el contenido de las ánforas, fue el monje francés Dom Pierre Pérignon (1638-1715) quien popularizó el uso del corcho al emplearlos para el embotellado de vinos burbujeantes, precedente del champagne.
El éxito de este vino burbujeante fue tal, que la demanda de corcho empezó a ir en aumento. En torno a 1750 se instaló en el pueblo gerundense de Agullana la primera industria artesanal taponera al lado español de los Pirineos; una actividad económica que durante casi dos siglos se desarrolló a una gran velocidad.
A principios del siglo XIX el corcho alcanzó precios considerables, pero a la vez empezó a escasear. Los empresarios catalanes decidieron, entonces, iniciar su actividad en Andalucía y Extremadura, donde el número de alcornoques era mayor. Abrieron fábricas de preparación y transformación de corcho en numerosas localidades. De ahí que muchas de las fábricas tuvieran nombres catalanes.
Sin ir más lejos, donde hoy está el huerto que cultivamos El Abuelo y el que escribe, hubo en su tiempo un parque de corcho, donde se hacía un primer procesado. Y otras muchas pequeñas “industrias” se esparcían por las localidades donde los alcornoques abundaban.
El corcho, un aprovechamiento que resta y da vida
El aprovechamiento del corcho es, a la vez, negativo y positivo. Negativo desde el punto de vista fisiológico para el árbol (acorta su vida), y positivo, en cuanto a que permite el mantenimiento de masas importantes de alcornoques y revaloriza y ofrece planes de futuro para estos árboles.
Se calcula que la vida máxima del alcornoque no supera los 500 años si no ha sido explotado, pero los árboles sometidos al descorche no suelen sobrepasar los 200.
Este aprovechamiento se realiza en turnos que van de 9 a 12 años, según el clima de la zona y la tradición. Normalmente suelen ser turnos más cortos hacia el suroeste y más largos en Cataluña. La primera producción de corcho con aprovechamiento comercial ocurre aproximadamente a  los 30-40 años de vida del árbol. Y no es hasta el tercer descorche cuando el corcho es apto para ser utilizado en la producción de un tapón de calidad, su uso más codiciado.
Para entender el daño que se produce en el alcornoque explicaremos un poco la estructura del tronco del alcornoque. Este se compone de un cilindro central leñoso, una capa de protección o casca, el felógeno y la capa de corcho externa. El felógeno está compuesto de una fila de células, y durante la época de actividad vegetativa, que es cuando debe realizarse el descorche, produce células de corcho hacia el exterior y de felodermis hacia el interior. Esas nuevas células son tiernas y permiten un fácil desprendimiento de la capa de corcho.

Durante el descorche se rompen muchas células de felógeno, y las que quedan a la intemperie mueren a los pocos días. Esto provoca un desequilibrio hídrico en el árbol y lo expone al ataque de hongos y otros parásitos. El alcornoque sufre una elevada pérdida de agua y savia por transpiración a través de la superficie descorchada. Además, coincide que el desbornizado (saca de corcho) se realiza en época de pleno calor y baja humedad.
El árbol se ve entonces obligado a cerrar cada uno de los estomas (poros) de sus hojas para mitigar la pérdida de agua.
Al cerrar los estomas durante los tres o cuatro días siguientes al descorche, el árbol detiene su actividad fotosintética. Durante 25 o 30 días, el conjunto de tejidos que conducen la savia a toda la planta, el denominado floema, debe reorganizarse, al igual que el felógeno. Lentamente se instala una nueva fila de células de felógeno que protegen al árbol de la transpiración en esa zona, se abren los estomas y el árbol recupera su actividad fotosintética y reanuda su crecimiento.
En contraposición con el perjuicio que causa la saca de corcho, hay que decir que uno de los principales motivos de la conservación de alcornocales ha sido el aprovechamiento para el tapón de corcho.
No obstante, en las últimas décadas ha surgido una competencia dura, el tapón sintético (que además para mayor confusión llaman corcho sintético, cuando el apelativo de corcho sobra).
El tapón sintético, por suerte, no aporta mucha de las cualidades que sí lo hace el natural de corcho. El tapón sintético pierde elasticidad con respecto al natural. Una disminución de la producción de tapón de corcho repercute en un abandono del alcornocal, por lo que habrá que prestar especial atención a la evolución de esta producción.
Se ha querido difundir que el corcho transmite olores y sabores, lo cual se ha comprobado que no es cierto cuando el proceso de cocido y procesado se realiza adecuadamente (en mal estado cualquier material empeora las cualidades del vino).
Los tapones son el principal destino del corcho pero existen muchos más usos: aperos de pesca, calzados, colmenas e incluso papel y lana, aislante térmico, corrector acústico,...
La saca, todo un arte
Tras el aprovechamiento del corcho hay toda una tradición detrás. No hace mucho tiempo había toda una serie de oficios relacionados con esta producción: arrieros, peladores, manijeros, aguadores,...
El descorche debe hacerse con sumo cuidado, pues tiene un gran impacto en la vida del árbol. En realidad se trata, como se ha dicho de una agresión, una práctica antinatural que este árbol soporta. Por ello, aunque pueda parecer un trabajo rudo, se trata de un oficio sumamente especializado, con herramientas propias y tradición. Herramientas como machetes, puntales, hacha corchera,...
Es un oficio de la época estival, pues el corcho solamente se desprende con las altas temperaturas veraniegas de la zona mediterránea. La faena comienza con las primeras luces del día, pues a medida que avanza el día, el trabajo en el campo se hace más duro y caluroso.
Un buen descorche ha de desprender el corcho del tronco en el momento adecuado a fin de que el árbol genere posteriormente su nueva piel. En una operación delicada, pues hay que separar la corteza sin dañar la capa madre. Esta labor la realizan los peladores o sacadores, quienes van creando fisuras en la corteza para, al final, hendir en la grieta el machete o puntón y hacer palanca hasta extraer la plancha de corcho.
De la habilidad del pelador depende que se puedan extraer planchas de corcho de mayor o menor tamaño. Si el hacha incide en la capa madre, se abren heridas por las que pueden entrar infecciones que se extendería por el árbol a través de la savia.
El primer descorche se realiza, como se ha comentado a los 30-40 años. Esto en el campo viene marcado cuando el tronco del árbol alcanza los 60 cm de perímetro. La altura del desbornizado no debe exceder el doble de esa medida (1,2 m). Este primer descorche da el bornizo, que tiene como máximo dos metros de altura y es de poca calidad (por lo que se suele utilizar para aglomerado). En los sucesivos descorches la altura aumentará hasta alcanzar un máximo de 3 metros.
Lo primero que hacen los descorchadores, que actúan en parejas, es desbrozar las matas (cuando las hay) alrededor del árbol para no entorpecer la faena.

Alcornoque en el que se ha realizado el primer descorche (bornizo)
Tras el desbrozado se trazan unas marcas horizontales con el hacha para señalar las panas de corcho que van a ser extraídas. Luego se realizan unas incisiones verticales que no deben alcanzar el felógeno, y se marcan los cuellos o límites a la altura del desbornizado. Después se ahueca el corcho y se separa del felógeno. Por último, se despega la pana de corcho del tronco.
Después de haberlo explicado, parece un trabajo técnico, y lo es, pero también es un trabajo duro que requiere habilidad y fuerza y para el que se necesita la ayuda de animales de carga, como el burro, el mulo o el caballo o de maquinaria (tractores, fundamentalmente), que posibiliten el transporte de las panas de corcho; además de los aperos necesarios para los trabajadores.
Por otra parte, los animales de carga, esenciales antaño en este trabajo, ahora se reducen  a zonas muy concretas, y cada vez se pierden más, a favor de maquinaria.
Además, tras la saca, continua la faena, los animales de tiro o la maquinaria transportan las capas de corcho a la zona de carga. Allí se realiza el pesaje, toda una ciencia, con unidades y herramientas propias, como el quintal (unidad de peso equivalente a 46 kg aproximadamente) o el pie de línea (para medir el calibre). Aquí también entra en juego la picaresca entre la parte que vende y la que compra.
También se realiza una primera clasificación de calidades, que terminará posteriormente en la industria corchera.
Hoy en día, se percibe una necesidad de capacitación para este tipo de trabajo, ya que requiere un manejo adecuado y cuidadoso del hacha, con conocimiento del árbol. El oficio de corchero es muy especializado, que se solía transmitir de padres a hijos. Estoy hoy no suele ocurrir.
Aprovechamientos alternativos al corchero y gestión sostenible
La búsqueda de alternativas a un ecosistema siempre es positivo en cuanto a que permite un rango de posibilidades en caso de fallar alguna. En las zonas de alcornoques también existen aprovechamientos alternativos que le dan valor a este ecosistema: apicultura, caza, setas, porcino. Estos aprovechamientos hay que cuidar de que sean compatibles con el alcornocal, sobre todo habrá que cuidar del ganado, pues hace peligrar la regeneración.

Dehesa mixta de encina y alcornoque con aprovechamiento porcino
El alcornocal tiene varios enemigos, entre ellos la seca. La edad del alcornocal es elevada, y si no se asegura una progresiva sustitución poco a poco las masas de alcornoques decaen antes de que los árboles jóvenes que sobreviven empiecen a producir. Un aspecto negativo es que la regeneración natural es mínima, y la artificial muy escasa.

Alcornoque en el que se observan daños por "culebra"

Entre las medidas de mejor gestión del alcornocal destacan la disminución de la carga ganadera, reducir altura del descorche, favorecer regeneración o tratamientos contra los principales enemigos: hongos asociados a la saca (principalmente Hypoxylon mediterraneum), la “cagá” de milano, provocada por el insecto Coroebus undatus (la culebra),...
Uno de los problemas para la supervivencia de nuestros alcornocales es que dependen de un planteamiento a largo plazo. Esto dificulta las iniciativas particulares por la inversión sin retorno que supone. Por ello se requiere el esfuerzo de la administración y tras ello, por supuesto, de los agentes implicados y en última instancia de la población.
Os dejo un vídeo con texto muy interesante sobre la saca de corcho en el municipio de Oliva de la Frontera.

José Manuel

3 comentarios:

  1. Excelente artículo, gracias por compartir, me ha resultado muy útil para conocer un poco más acerca del alcornoque y su aprovechamiento, un árbol que como bien dices es uno de los símbolos de nuestros montes.

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  2. Muy buen artículo, gracias por compartir este conocimiento.

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  3. Los buenos descorchadores que quedan deben transmitir su pericia a las nuevas generaciones. Es un arte bastante difícil descorchar bien. Si no se hace de forma correcta le puede costar la vida al alcornoque. Si se hace bien es como si te cortaran las uñas o el pelo. Con el tiempo lo vuelve a regenerar.

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