LA BIODIVERSIDAD, FUENTE DE VIDA

"La teoría orgánica puede resumirse como la observancia de las seis leyes siguientes: primera, el horticultor debe trabajar con la naturaleza y no en contra de ella; segunda, la naturaleza es diversa y por tanto el horticultor debe practicar la diversidad; tercera, debe criar otras formas de vida - animal o vegetal- en medios los más parecidos posibles al que les sea natural; cuarta, debe devolver al suelo tanto, o casi tanto, como le ha quitado; quinta, debe alimentar al suelo y no a las plantas; y sexta, debe estudiar la naturaleza como un todo y no como una parte aislada".


John Seymour

jueves, 10 de septiembre de 2015

EL TRABAJO EN LA GRANJA, SANTA MARÍA CHIQUIMULA

En esta entrada seguimos hablando del trabajo realizado en la institución de la Parroquia La Natividad de Santa María Chiquimula (Totonicapán, Guatemala). Además del trabajo en las comunidades (algo así como las aldeas), el proyecto se completaba con el trabajo en las propias instalaciones, en la granja.
Con el compañero Agustín en las terrazas de hortalizas (brócoli y repollo).
Aquí el trabajo se divide en tres campos: agrícola, pecuario y plantas medicinales.

En cuanto al trabajo en la parte agrícola se tienen dos invernaderos, y terrazas para el cultivo exterior. A esto se le suma, como parte complementaria, los semilleros y la abonera.

En los cultivos de exterior, durante mi estancia, estuvimos cultivando varias hortalizas tradicionales en la granja: rábano, cebolla, repollo, coliflor, brócoli, zanahoria, cilantro, güicoy (calabacín), lechuga, nabo, remolacha y acelga. A la vez que se introdujo por primera vez en exterior tomate, chile jalapeño, chile pimiento y pepino, con buenos resultados. También se cultivó por primera vez la patata, con la que se comprobó su buen resultado, aunque la irregularidad de las precipitaciones le afectó.

Con el compañero Nacho, presumiendo de los tomates
del invernadero
Por otro lado, en los invernaderos, lo más cultivado fue el tomate, con varias variedades en sucesivos cultivos, y entre los que se establecieron rotaciones con buenos resultados: pepino, chile pimiento, chile jalapeño y güicoy, y se empezó a experimentar el resultado con cebolla. No obtuvo buen resultado el cultivo de sandía, al cual atacó fuertemente varias enfermedades, sobre todo el mildiu.
Podando las tomateras en uno de los invernaderos
A esto se le suma una innovación, la instalación de riego por goteo con aguas recicladas, lo cual ayudó en época de sequía para el desarrollo de cultivos.

La tierra se alimentó de forma orgánica, con el mismo abono procesado de los animales de la granja propia y una parte menor de desechos orgánicos de cocina. Por tanto, se estableció un ciclo semi-cerrado, en el que el insumo exterior eran los piensos o concentrados suministrados a los animales.
Cultivo de lechuga, a la que se riega por goteo
En la parte pecuaria se establecen tres pilares: gallinas ponedoras, pollos de engorde y cerdos. En el último periodo se adquirieron conejos.

Gallinas ponedoras de raza "colorada"
Las gallinas ponedoras son de raza colorada (Rhode Island). Se alimentan con concentrados adecuados a su edad fisiológica. La recogida periódica de huevos, el control de la alimentación, las vacunas necesarias y la limpieza (con una buena cama) son fundamentales para un buen rendimiento. Estas gallinas se adquieren con unas 18 semanas y se mantienen hasta el momento en que la curva de puesta bajaba por debajo de los porcentajes considerados como adecuados.

Los pollos se compran igualmente con pocas semanas y se mantienen hasta alcanzar un buen peso (aproximadamente 4 ó 5 libras, como 2-2’5 kg). Se alimentan con concentrado de engorde. Normalmente son pollos “pelucos”, pues son algo más rústicos que otras razas y tienen un buen rendimiento.

Cerdos de raza blanca en el corral
Los cerdos son de raza blanca, y se crían en sus corrales. Estos también se compran, preferentemente con un mes o mes y medio de vida. Los corrales tienen su chupete automático para el agua y su comedero. En este se suministraba la cantidad y el concentrado adecuado a su edad, para con unos 5 o 6 meses de vida dar por finalizado el proceso y sacrificándolos.
Alumnos del taller agropecuario
Además, existe una parte educativa, con un taller agropecuario perteneciente a la parte educativa de la institución (colegio de Fe y Alegría) de la que se encarga en su mayor parte el compañero Agustín, apoyando en algunos aspectos la parte lectiva.

Todas estas producciones tenían su salida en el mismo municipio, aprovechando actividades de la propia institución y el comedor del colegio que también está asociado con la misma. Por tanto, se tenía un gran porcentaje de productos vendidos asegurados y otra parte menor que se tenía que buscar su mercado.
Algunas de las producciones de hortalizas
En cuanto a la parte medicinal, era uno de los compañeros, Nacho, quien cultiva plantas medicinales y otras las compra, y realiza todo el proceso de elaboración de los diferentes productos: plantas secas, maceraciones, jabones, champús, y diferentes productos para el tratamiento de afecciones diversas (dolores estomacales, tos, dolor articular, etc.).



José Manuel


lunes, 7 de septiembre de 2015

EL PROGRAMA DE HUERTOS FAMILIARES, SANTA MARÍA CHIQUIMULA

Si en la entrada anterior hablábamos del proyecto de diez invernaderos familiares, en esta ocasión hablamos del de huertos familiares, inserto en el proyecto de salud materno-infantil de la Parroquia La Natividad de Santa María Chiquimula (Totonicapán).

En una de las prácticas de campo con uno de los animadores de tierra
Este proyecto consistía en incentivar el cultivo de hortalizas para consumo propio, que se comprendía como un requisito para poder estar inscrito en el programa de salud de la Parroquia (básicamente consistente en formación higiénico-sanitaria, en el control de la salud de madres e hijos, y el recibimiento de alimentos básicos).

Para ello se llevó a cabo una jornada formativa específica de huertos, en cada una de las 30 comunidades pertenecientes al programa, antes del comienzo de la época de lluvia (marzo-abril). De manera que se explicaba el cultivo de las diferentes hortalizas que se proporcionaban en forma de semilla, a la vez que se hacía una práctica de campo. Además, se abrió un diálogo para cualquier sugerencia, pregunta o aclaración. Todo ello con la ayuda de responsables de la comunidad (animadores de tierra, animadores de salud y promotora materno-infantil).

Presentando el trabajo de las beneficiarias y compartiendo con las mismas las fotos realizadas de sus huertos
El programa siguió con tres visitas más por cada comunidad. En este caso con un seguimiento personalizado en la mayor cantidad posible de beneficiarias, de manera que se comprobó el cumplimiento del huerto, se animó y motivó y se propusieron mejoras.

Práctica en las propias instalaciones
A mitad de las visitas se invitó a dos mujeres de cada comunidad para que asistieran a las jornadas de puertas abiertas de las instalaciones. En estas jornadas, aparte de mostrar el trabajo que se llevaba a cabo en las propias instalaciones, se proyectaron imágenes de las propias beneficiarias con sus huertos. También se realizó un intercambio de experiencias, se propusieron soluciones a los problemas surgidos, y se hizo una práctica de huerto en las instalaciones.

En esta jornada los campos que se mostraron fueron la parte pecuaria (con cerdos, gallinas ponedoras y pollos de engorde), la parte medicinal (con toda la elaboración de productos medicinales y naturales: jabones, hierbas digestivas, champús,…) y la parte agrícola (con todas las hortalizas cultivadas, las terrazas, el sistema de riego, aboneras,…).
Con los animadores de una de las comunidades durante una
de las visitas de huertos
De manera que la jornada se concibió como un premio al trabajo de las beneficiarias, a la vez que un aprendizaje y un empujón para seguir con su trabajo.



José Manuel


miércoles, 19 de agosto de 2015

INVERNADEROS EN GUATEMALA, UNA EXPERIENCIA PROFESIONAL Y PERSONAL

Después de un año trabajando en uno de los entornos más empobrecidos de Guatemala, en Santa María Chiquimula (Totonicapán), y conviviendo con personas de etnia indígena, me quedo con muchas experiencias profesionales y también personales muy positivas. Aquí, por la idea del blog, interesa más que cuente lo que al tema agrícola respecta.

Entre estas experiencias, una de las más enriquecedoras fue la construcción de invernaderos, para sustento familiar. Diez familias con escasos recursos, y que por su trabajo activo para los respectivos proyectos de la institución (Parroquia La Natividad) se les benefició con un invernadero por cada una de ellas. El proyecto se trató de la construcción, y puesta en funcionamiento de diez invernaderos concebidos para autoconsumo, y con una visión de venta a pequeña escala.

Los invernaderos fueron de tipo túnel, de 4x6 m (pequeños, por la misma filosofía del proyecto de autosustento), con toda la instalación necesaria para la  producción de hortalizas y verduras apropiadas.
En un momento en el que tuvimos ayuda extra. Perforando, aserrando y atornillando.
Gracias a los compañeros, y junto a las familias beneficiarias, desempeñamos un trabajo en equipo, que llevó desde el diseño, hasta la planificación de la cosecha, y el control de la venta, junto con las familias.

La base de la construcción eran blocks de concreto (bloques de hormigón), sobre los que iban tubos galvanizados, a modo de sostén  del restante esqueleto de madera. Sobre estos tubos, se perforaba, y colocamos todas las reglas de madera que mantenían en última instancia el plástico especial para invernadero.

Esqueleto principal y cubierta del invernadero
Para sustentar la cubierta, se colocaron tubos de PVC, con un tubo corrugado en su interior que le dió la rigidez suficiente, a la vez que permitía la curvatura de la misma.

Los problemas de humedad y control de temperatura, se dieron solución mediante una pieza lateral semi-fija (la central), de manera que se permitía su abertura o cierre. Aún así se comprobó que a veces este sistema no era suficiente. Una posible mejora, hubiera sido realizar apertura cenital (en la cubierta), de manera que el aire caliente y la humedad saliera con más facilidad.

No obstante, dado el pequeño tamaño y altura de los invernaderos, se reducía la humedad y temperatura considerablemente con esta apertura lateral.

Con Julia, una de las beneficiarias
En este sentido, hay que señalar que es necesario un gran control de humedad y temperatura, pues las bacteriosis y las enfermedades fúngicas en este ambiente son muy agresivas, y requieren de un minucioso control cultural y normalmente químico.

Después de la construcción se acometió la instalación parcial del sistema de riego. Se trató de un sencillo sistema de riego por goteo. Se dotó de un tanque de agua (“rotoplast”), a partir del cual se instalaron las tuberías de PVC, hasta el mismo invernadero. Antes de la instalación de las tuberías de goteo, se realizó la preparación de la tierra, tras la cual se insertaba en la tubería de PVC, la tubería de PE con goteros autocompensantes.

Como digo los beneficiarios prepararon la tierra. En la mayoría de los casos se realizó el picado de la tierra manual, la incorporación de abonos naturales y estiércol. Una vez realizado este trabajo, e instaladas las tuberías de goteo, se realizaron las líneas de siembra, normalmente consistiendo en un acaballonado.

Así, se sembraron los pilones, tras previa elección de la hortaliza por parte de los beneficiarios, con nuestro asesoramiento. La siembra  la llevó a cabo la propia familia, tras una muestra previa, en la que se detallaba la forma y la distancia entre pilones. Las familias, en esta primera siembra eligieron entre tomate, pimiento (chile pimiento) y chile jalapeño.
Pedro abriendo la "ventana" y yo feliz de la siembra
Y posiblemente, después quedó el trabajo más complicado, pues requirió una supervisión, y conseguir que los beneficiarios aprendieran las técnicas de manejo del cultivo: podas, despuntes, tratamientos, enriquecimiento del suelo, adecuado manejo de la ventilación,…

Encontramos complicaciones que fuimos manejando, en la mayoría de los casos con buen resultado. Sobre todo se dieron enfermedades fúngicas o bacteriosis: tizón tardío o mildiu (Phytopthora infestans) y tizón temprano o alternaria (Alternaria solani) en tomate, y podredumbre gris o botrytis (Botrytis cinerea) y la viruela o cercospora (Cercospora capsicii) en chiles.

Para finalmente obtener la cosecha, la cual se registraba mediante una hoja de control. En ella se anotó cuanta cantidad se cosechó, el coste, la fecha. De manera, que se estimó el ahorro (cuando era autoconsumo) y el beneficio (cuando era venta) obtenido de la cosecha.
Tomateras con primeros frutos y en floración
Y una de las cosas más importantes, fue el seguimiento final, para que se volviera a realizar una posterior siembra, en la que ya se intentó que los propios beneficiarios, tomaran iniciativas propias con el aprendizaje de la primera cosecha, sin nunca dejar de asesorar, y resolver dudas. 
Tomates, variedad Tolstoi, en el invernadero de Petrona, una de las beneficiarias
En lo personal, esta experiencia me permitió convivir con las familias, compartiendo la refacción, el almuerzo, la ayuda del trabajo, música mientras trabajábamos, y mucho cariño.

Junto a mi compañero Pedro y Gaspar,
uno de los beneficiarios
Mis compañeros, en especial, Pedro, Nacho y Agustín. De ellos aprendí, y aceptaron mis consejos y propuestas. A ellos les agradezco todo lo que me enseñaron y lo que aprendí, el tiempo compartido porque el trabajo se hacía una bendición. También agradezco al responsable del proyecto, el padre Nacho por su confianza para poder tomar decisiones y realizar el trabajo con ciertas autonomía que nos ayudó a sentirnos valorados y con mayor capacidad de progresar.



Algunos de los beneficiarios de los invernaderos en una jornada de puesta en común
Estoy agradecido con todas estas personas, con nombres e historia propia, y que me ayudaron a crecer como persona, y a superarme como profesional, desde la ayuda mutua. Son tantos nombres que tienen cara y que guardo en mi corazón. Personas que desde su humildad me dieron aquello que no tenían: Julia, Elevia, Petrona, Cata, Andrés Abelino, Francisco, Jessica, Eligio, Gaspar, Magdalena, y sus respectivas familias. A todos y todas los llevo en mi corazón.


José Manuel