LA BIODIVERSIDAD, FUENTE DE VIDA

"La teoría orgánica puede resumirse como la observancia de las seis leyes siguientes: primera, el horticultor debe trabajar con la naturaleza y no en contra de ella; segunda, la naturaleza es diversa y por tanto el horticultor debe practicar la diversidad; tercera, debe criar otras formas de vida - animal o vegetal- en medios los más parecidos posibles al que les sea natural; cuarta, debe devolver al suelo tanto, o casi tanto, como le ha quitado; quinta, debe alimentar al suelo y no a las plantas; y sexta, debe estudiar la naturaleza como un todo y no como una parte aislada".


John Seymour

miércoles, 19 de agosto de 2015

INVERNADEROS EN GUATEMALA, UNA EXPERIENCIA PROFESIONAL Y PERSONAL

Después de un año trabajando en uno de los entornos más empobrecidos de Guatemala, en Santa María Chiquimula (Totonicapán), y conviviendo con personas de etnia indígena, me quedo con muchas experiencias profesionales y también personales muy positivas. Aquí, por la idea del blog, interesa más que cuente lo que al tema agrícola respecta.

Entre estas experiencias, una de las más enriquecedoras fue la construcción de invernaderos, para sustento familiar. Diez familias con escasos recursos, y que por su trabajo activo para los respectivos proyectos de la institución (Parroquia La Natividad) se les benefició con un invernadero por cada una de ellas. El proyecto se trató de la construcción, y puesta en funcionamiento de diez invernaderos concebidos para autoconsumo, y con una visión de venta a pequeña escala.

Los invernaderos fueron de tipo túnel, de 4x6 m (pequeños, por la misma filosofía del proyecto de autosustento), con toda la instalación necesaria para la  producción de hortalizas y verduras apropiadas.
En un momento en el que tuvimos ayuda extra. Perforando, aserrando y atornillando.
Gracias a los compañeros, y junto a las familias beneficiarias, desempeñamos un trabajo en equipo, que llevó desde el diseño, hasta la planificación de la cosecha, y el control de la venta, junto con las familias.

La base de la construcción eran blocks de concreto (bloques de hormigón), sobre los que iban tubos galvanizados, a modo de sostén  del restante esqueleto de madera. Sobre estos tubos, se perforaba, y colocamos todas las reglas de madera que mantenían en última instancia el plástico especial para invernadero.

Esqueleto principal y cubierta del invernadero
Para sustentar la cubierta, se colocaron tubos de PVC, con un tubo corrugado en su interior que le dió la rigidez suficiente, a la vez que permitía la curvatura de la misma.

Los problemas de humedad y control de temperatura, se dieron solución mediante una pieza lateral semi-fija (la central), de manera que se permitía su abertura o cierre. Aún así se comprobó que a veces este sistema no era suficiente. Una posible mejora, hubiera sido realizar apertura cenital (en la cubierta), de manera que el aire caliente y la humedad saliera con más facilidad.

No obstante, dado el pequeño tamaño y altura de los invernaderos, se reducía la humedad y temperatura considerablemente con esta apertura lateral.

Con Julia, una de las beneficiarias
En este sentido, hay que señalar que es necesario un gran control de humedad y temperatura, pues las bacteriosis y las enfermedades fúngicas en este ambiente son muy agresivas, y requieren de un minucioso control cultural y normalmente químico.

Después de la construcción se acometió la instalación parcial del sistema de riego. Se trató de un sencillo sistema de riego por goteo. Se dotó de un tanque de agua (“rotoplast”), a partir del cual se instalaron las tuberías de PVC, hasta el mismo invernadero. Antes de la instalación de las tuberías de goteo, se realizó la preparación de la tierra, tras la cual se insertaba en la tubería de PVC, la tubería de PE con goteros autocompensantes.

Como digo los beneficiarios prepararon la tierra. En la mayoría de los casos se realizó el picado de la tierra manual, la incorporación de abonos naturales y estiércol. Una vez realizado este trabajo, e instaladas las tuberías de goteo, se realizaron las líneas de siembra, normalmente consistiendo en un acaballonado.

Así, se sembraron los pilones, tras previa elección de la hortaliza por parte de los beneficiarios, con nuestro asesoramiento. La siembra  la llevó a cabo la propia familia, tras una muestra previa, en la que se detallaba la forma y la distancia entre pilones. Las familias, en esta primera siembra eligieron entre tomate, pimiento (chile pimiento) y chile jalapeño.
Pedro abriendo la "ventana" y yo feliz de la siembra
Y posiblemente, después quedó el trabajo más complicado, pues requirió una supervisión, y conseguir que los beneficiarios aprendieran las técnicas de manejo del cultivo: podas, despuntes, tratamientos, enriquecimiento del suelo, adecuado manejo de la ventilación,…

Encontramos complicaciones que fuimos manejando, en la mayoría de los casos con buen resultado. Sobre todo se dieron enfermedades fúngicas o bacteriosis: tizón tardío o mildiu (Phytopthora infestans) y tizón temprano o alternaria (Alternaria solani) en tomate, y podredumbre gris o botrytis (Botrytis cinerea) y la viruela o cercospora (Cercospora capsicii) en chiles.

Para finalmente obtener la cosecha, la cual se registraba mediante una hoja de control. En ella se anotó cuanta cantidad se cosechó, el coste, la fecha. De manera, que se estimó el ahorro (cuando era autoconsumo) y el beneficio (cuando era venta) obtenido de la cosecha.
Tomateras con primeros frutos y en floración
Y una de las cosas más importantes, fue el seguimiento final, para que se volviera a realizar una posterior siembra, en la que ya se intentó que los propios beneficiarios, tomaran iniciativas propias con el aprendizaje de la primera cosecha, sin nunca dejar de asesorar, y resolver dudas. 
Tomates, variedad Tolstoi, en el invernadero de Petrona, una de las beneficiarias
En lo personal, esta experiencia me permitió convivir con las familias, compartiendo la refacción, el almuerzo, la ayuda del trabajo, música mientras trabajábamos, y mucho cariño.

Junto a mi compañero Pedro y Gaspar,
uno de los beneficiarios
Mis compañeros, en especial, Pedro, Nacho y Agustín. De ellos aprendí, y aceptaron mis consejos y propuestas. A ellos les agradezco todo lo que me enseñaron y lo que aprendí, el tiempo compartido porque el trabajo se hacía una bendición. También agradezco al responsable del proyecto, el padre Nacho por su confianza para poder tomar decisiones y realizar el trabajo con ciertas autonomía que nos ayudó a sentirnos valorados y con mayor capacidad de progresar.



Algunos de los beneficiarios de los invernaderos en una jornada de puesta en común
Estoy agradecido con todas estas personas, con nombres e historia propia, y que me ayudaron a crecer como persona, y a superarme como profesional, desde la ayuda mutua. Son tantos nombres que tienen cara y que guardo en mi corazón. Personas que desde su humildad me dieron aquello que no tenían: Julia, Elevia, Petrona, Cata, Andrés Abelino, Francisco, Jessica, Eligio, Gaspar, Magdalena, y sus respectivas familias. A todos y todas los llevo en mi corazón.


José Manuel